MADRID [EFE]. Elevado por derecho propio a los altares del rock argentino, Andrés Calamaro celebra hoy su quincuagésimo aniversario mientras disfruta de unas vacaciones en Buenos Aires, antes de retomar su actividad en Estados Unidos.
Durante sus inicios, en 1981, mientras estuvo con Los Abuelos de la Nada, también actuó como tecladista en la banda de Charly García, y publicó el primero de una serie de discos en solitario, entre los que cabe destacar “Hotel Calamaro” (1984) y “Nadie sale vivo de aquí” (1989).
En la primavera de 1990, tras haber sido productor de grupos como Los Enanitos Verdes o Los Fabulosos Cadillacs, funda “Los Rodríguez” junto al guitarrista Ariel Rot. Lamentablemente, las luchas de egos acabarían con la formación, pero nos dejaron álbumes como “Buena suerte”, “Sin documentos” y “Palabras más, palabras menos”.
En 1997, empezó su segunda etapa en solitario con “Alta suciedad”, un álbum que incluía temas como “Loco” y “Flaca”. Luego llegarían “Honestidad brutal” (1999) y “El salmón” (2000), posiblemente sus dos mejores discos, después de eso sufrió un bloqueo que lo mantuvo cinco años en silencio. Durante aquel período se llegó a temer una retirada prematura, pero el propio Calamaro desmintió los rumores en el 2004 con el lanzamiento de “El cantante”, un disco de versiones de clásicos del folclor sudamericano. Este giro hacia la música de raigambre latina continuó en: “El palacio de las flores” y “Tinta roja”, ambos editados en el 2006, en los que se puede apreciar un interés por ritmos como la cumbia, la salsa y el tango.
Más adelante, un espíritu optimista y desenfadado apareció en “La lengua popular” (2008), un disco de canciones muy pegadizas a las que en el 2010 se sumarían las del menos acertado “On the rock”.